miércoles, 27 de mayo de 2015

Manuel Maximiliano Alberti

Un 2 de febrero, en uno de los principales diarios a nivel nacional se publicaba el siguiente artículo:
                 “Un día como hoy
                                             Murió Manuel Alberti
El 2 de febrero de 1811 murió el doctor Manuel Alberti, patriota de las jornadas de Mayo de 1810 y uno de los religiosos que, contrariando la decisión de sus superiores, estuvieron decididamente por la causa de los criollos.
Alberti había nacido en Buenos Aires el  28 de mayo de 1763, donde cursó sus estudios eclesiásticos y se ordenó de sacerdote en 1783. En 1785 se graduó de doctor en cánones en Córdoba. Se encontraba desempeñando tareas religiosas en Maldonado (La Banda Oriental) en 1806 cuando se produjo la invasión inglesa. Alberti fue desterrado por los intrusos por ser sospechado de activa en su contra en complicidad con los españoles.
Fue trasladado a San Nicolás de Bari, en Buenos Aires, pero no pudo hacerse cargo de inmediato de la parroquia por ser resistido por el anterior titular, Julián Joaquín de Gainza. En 1808 el obispo de Buenos Aires designo a Alberti para hacerse cargo del curato de San Benito de Palermo. La primera tarea religiosa de Alberti en la nueva parroquia se registra el 19 de noviembre de 1808.
Cuando sobrevienen los acontecimientos de Mayo, todavía Alberti está ocupando ese cargo. Para entonces, su relación estrecha con Manuel Belgrano, Juan José Paso, Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes y otros patriotas es muy estrecha y se preparan para asumir la responsabilidad de los hechos que se avecinan.
En el Cabildo Abierto el 22 de mayo Alberti es el primero en apoyar con su voto una moción del doctor Juan Solá en el sentido de cesar en el mando al virrey Cisneros. Alberti propone que su autoridad sea hecha recaer en el Cabildo hasta la confrontación de una junta de gobierno que se haga cargo de la conducción de los asuntos públicos.
Fue uno de los miembros –vocal-  de la Primera Junta y redactor de la Gazeta de Buenos Aires.
Solamente una vez votó en contra de las ponencias de sus amigos en la Junta y fue con motivo de la decisión sobre el fusilamiento de Liniers. Alberti se opuso, declarando que su condición de sacerdote le impedía dictar este tipo de sentencia, pero además, manifestó con total franqueza que creía mucho mas culpable de lo sucedido –complot para derribar a la Junta y reponer un gobierno títere de España- al obispo Orellana por “instigador acérrimo de la contrarrevolución” que a Liniers.
Aunque aceptó la decisión de agrandar la Junta con nueve diputados de las provincias, opino en contra, porque esa incorporación serviría nada más que “para crear una autoridad sin unidad de pensamiento y con intereses y propósito divergentes”. Tenía razón y los hechos posteriores lo comprobaron. Según Bartolomé Mitre, Alberti fue junto con Mariano Moreno “una de las dos primeras víctimas de nuestras disensiones internas."

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