-“Cuando llegue en el
año 1963 no había nada pero, ya estaba en proyecto la parada de tren. Yo me vine en el tren
carguero, me baje en Villa Rosa y camine hasta este lugar que más tarde sería
Manuel Alberti.
Yo ingreso al
Ferrocarril siendo muy joven, 16 años, como mensajero. Luego cambista y en el
año 70 gano la vacante de guarda. Luego salgo hacia afuera: Salta, Jujuy, La Quiaca.
En los años 90 sacan todos los trenes afuera: el cinta de plata, el oro blanco
y paso a oficina de personal hasta el
año 1994.
Cuando dejo ferrocarril
comienzo con la venta de pan casero en
Estación Alberti y en Estación de
Tortuguita, hoy me dedico a escribir y a realizar visitas guiadas con personas
de la tercera edad.

La única diversión era
jugar fútbol, en la Cancha Los Perales.
Don Gutiérrez, padre de
Luchi tenía la cancha de bochas, una
casa a dos aguas con chapa de cartón en
la calle Sta. Teresa.
Don Ángel Tromba con
doña Julia, su señora, colaboraron en la construcción de material de la boletería
de la estación, que antes era de madera.
Primero un baño tipo
escusado y cerca una bomba que la manija la guardaba Don Ángel. La gente venía
de medio del barro a tomar el tren, dejaba las botas detrás de la boletería y
nadie tocaba nada.
A partir del año 1965 el
tren paraba si había pasajeros. Las maestras que venían de Villa Rosa, Del Viso,
para bajar saltaban y para subir le ayudaban alguno de los pasajeros ya que el
estribo era muy alto y, a mí me recibían la bicicleta ya que subía en M.
Alberti e iba a Villa Rosa.
En el año 64, Los trenes
eran cada una hora u hora y media, estos entraban a Boulogne y otros en Polvorines.
La estación quedó
enclavada en una loma, en el centro de Manuel Alberti, a 2km a Ruta 8, 2Km de Tortuguitas, 2Km de
Panamericana, 2Km de Del Viso
Los barrios que ya se
habían establecido eran Los Perales cerca de la sodería, Rocío detrás de lo que es
hoy el McDonald, Carumbé, zona del jardín 905, Güemes zona de la EP Nº 33 y todo
el centro era Dorignac(...)
Otros que recuerdo: José
Marinelli quién vendía forraje, suegro del dueño de la sodería.
Don Montero, tucumano
que tenía un bar, que trabajaba en obras sanitarias. La Madre de José Vicino,
la Madre del “Chueco y Nico”, Don Piccini, Don Mario, Benino Veliz.
Recuerdo, La Panadería
de Aldo quién vive en Grand Bourg. Toda la ceniza que tiraban, la carretillaban
para armar el andén para la estación.
Los sábados íbamos al
cine de Del Viso;diez, doce amigos, entre ellos la hija de Crespo, la hija de
Miguel Veliz. A la salida del cine nos íbamos a comer pizza y luego, de la mano,
por la vía regresaban. A lo lejos veíamos un trencito iluminado con lámpara a kerosene
cargado con resaca de carbón de piedra que traían de Boulogne , cuando llegaban
junto a él, los muchachos nos poníamos a ayudar, al terminar nos daban una
copita de café al coñac. Así se fue rellenando la futura plataforma, de día con
el padre de Miguel Veliz cargábamos las cenizas y desechos y llevábamos para
seguir dando forma al proyecto. Tortuguitas tenía cambio de enlace (cuando una
vía cambia a otra) que permitía la carga y descarga de material evitando
cualquier incidente.
Los primeros Poceros
fueron Don Patricio Díaz, Tanquia y Guido Pereyra todo con bomba y con manija.
También estaba el Sr
Acevedo que tenía un carro grande en el
que traía barras de hielo de Tortuguitas ya que no había luz, era campo, campo.
La conservadora que tenían era de madera por fuera, cinc por adentro y un pequeño
desagote, le colocábamos viruta en el fondo y se envolvía con arpillera las
bebidas y otros. La gaseosa del momento era Cruch.
Las primeras casa eran
prefabricadas y con baño letrina.
En aquel tiempo todos
éramos una familia, había respeto por la personas mayores y nos divertíamos
mucho.
El tren ya empieza a
parar, sin resistencia, por la cantidad de pasajeros. Pasaban los días, y había que ponerle nombre a la estación.
Los nombres que se barajaron fueron Jorge Newbery y Manuel Alberti.
(...)La votación para la elección del
nombre estaba a cargo de los guardas del tren, uno de ellos yo, “Picarito”, y la
realizábamos con los pasajeros diarios hasta el día destinado en que se hace el
recuento de votos, quedando seleccionado el de Manuel Alberti.
Se debía juntar mucho
dinero para que nuestra estación se convierta en lo que hoy es. Las mujeres
trabajaban más que los hombres cocinando y vendiendo para tal fin.
Los primeros boleteros titulares fueron “el negro Contreras” y Espernansoni. que estuvieron desde 1967.
Antes se familiarizaba
mucho con el pasajero y se sacaba el abono que comenzaba a regir el día 5 de
cada mes hasta el otro mes.
Cuando era apeadero el
guarda tenía el deber de hacer el boleto manuscrito.
Cuando para el primer
tren, ya autorizado, el día que vino el gobernador, todos estaban muy bien
vestidos;de sombrero, corbata, traje, sobretodo. Ese fue un día nublado.
Vuelve a recordar – En
la manzana 34 vivían José Ibáñez y
Martin González y un poco más allá el Sr. Descalzo que era un militar retirado,
donde esta la casa de fotos, había un horno de ladrillos.
Poco a poco fue cambiando y la persona que venía
a radicarse, alambraba su terreno, porque como era campo, se encontraban los
animales sueltos (vacas, ovejas, caballos)
Doña Julia tenía una forrajería y era la única con heladera Siam de
lujo.
Cuando los vecinos
arreglan con Segba (así llamada la Empresa de Energía Eléctrica) ésta le daba
las palmeras y cada Sociedad de Fomento debía comprar la cruceta y carreteles (año 1968/ 69). Es a partir de allí que Manuel Alberti empezó a repuntar. Cada Sociedad
de Fomento se comprometía con el objetivo o propósito que nos proponíamos.
La Maroma al otro lado
de la vía y la Morenita era el lugar donde se preparaban los caballos de polo y
donde hoy está la escuela Nº 46 había “carreras
cuadreras” hasta que en una oportunidad mataron de una puñalada un hombre y se terminó
con el entretenimiento. En ese tiempo venía al lugar un colectivero con su hijo
en un furgón a vender bebidas, sandwiches y yo vendía empanadas.
En Los Perales no solo
se jugaba fútbol sino también se hacían bailes, se vendía y hacían sorteos. Los
hombres pintaban las bolsas de arpillera de color blanco para que no se vea
hacia adentro. Aparecía la murga. Se armaba la orquesta, un bandoneón y dos
guitarras, ya que luz no había.
Vuelve un recuerdo a
aflorar: -“en una oportunidad en que estaba la murga organizada por el padre de
“Ruli” Rodríguez, se dejan olvidado una pandereta y me invitan a acompañar la orquesta
de músicos y, mi alegría fue tal que, los ojos se me llenaron de lágrimas.
Otra anécdota nos
cuenta:
-“Tres veces fui partero,
el primero ya tiene 41 años. Salí de Villa Rosa y la pareja sube en Manuel Alberti,
en Monte se acerca un muchacho diciendo que en el vagón hay una señora que está
enferma, a lo que respondí:
- Ah ya va a sanar.
-No, dice el
muchacho, va a tener un nenito.
Ya me empezaron a
temblar las piernas y, despacito me voy acercando. La mujer ya había roto bolsa.
Primero pido a la gente
que salga del vagón.
Luego pido ayuda en Boulogne
pero ya habían cancelado los trenes y me dicen "-mira Díaz, seguí
hasta Villa Adelina que ahí te esperan. Cuando llego allá nadie esperaba.
- Siga a Carapachay. Allí me dicen seguí hasta la Maternidad de Santa Rosa que los esperan. Pero, el bebe no podía esperar,
me arremangue y decí que tenía una cortapluma. Todo resulto de maravilla.
Otra oportunidad fue en
Grand Bourg que venía la madre de Polvorines y una tercera
vez en Boulogne, en la sala de espera.
Nos cuenta que
conserva ropa del ferrocarril que en ese momento era de color gris y nos dice:
-Nos
daban premio por la ética personal. La camisa almidonada, el pantalón y saco
bien planchados y corbata."
Entrevista Realizada por: Vanina Gramajo y Claudia Córdoba
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