El
pueblo ha crecido desde el año ‘70 que estoy yo. Mi hija vino de un año, y este
año va a cumplir 46.
Era
zona rural, pagábamos los impuestos como zona rural. Ahora, es zona
residencial. Aunque nos faltan muchas cosas.
Cuando
yo vine la escuela nº2 era prefabricada. Frente a mi casa había un terreno baldío.
Desarmaron la escuela dos y la trasladaron a la esquina, hasta que se hizo el
edificio que es ahora. Mi hija tenía 3 añitos y se cruzaba por el alambrado para ir a los recreos y jugar
con los chicos. Después una maestra le dijo a mi marido, (porque no conocíamos
nada de los establecimientos que había, porque vinimos de Olivos a vivir acá)
por medio de esa maestra conocimos el jardín de los tranvías, que ya estaba. Así
que ella ingreso ahí y emprendió sus primeros pasos de la escuela de los
tranvías.
La
inauguración de la escuela nº2 tiene una historia. El día que inauguraron
estaba de gobernador Bidegain, era época de los montoneros. Entonces cuando
inauguraron la escuela pensaron que el gobernador estaba acá, en la escuela.
Cuando termino el acto, había muchos eucaliptos, y de detrás de los eucaliptos
empezaron a salir personas armadas. Las criaturas no sabían para donde escapar,
entonces yo lleve chicos a mi casa; los padres venían a buscar a los
chicos enloquecidos, no encontraban sus
chicos. Fue muy traumático para todos. Por suerte, no paso nada malo, nada
grave. No hubo golpes. Solo que fue como una invasión. Gracias a Dios todo siguió
tranquilo.
El
pueblo empezó a crecer, vino la policía, la sala de primeros auxilios, el Padre
Tomas hizo la Iglesia. Se hizo muchas cosas en Alberti. Que ahora, yo la
verdad, me siento muy orgullosa de estar en el pueblo, muy orgullosa. Mi hija
se crió acá, tampoco se quiere ir a ningún parte. Quiero muchísimo a Alberti y estoy muy
contenta de estar en el pueblo que estamos y de ver como creció.
Cuando
yo llegue a Alberti era costurera, una de las primeras costureras de la zona y
trabaje durante muchos años de eso. También trabaje en los tranvías., luego empecé
a trabajar en el Parroquial de Del Viso, que pertenecía a la diócesis Zarate-
Campana. Cuando se enteran que yo era la esposa de un desaparecido, ahí nomas
me dejaron sin trabajo. Era una mochila que uno cargaba injustamente, porque yo
tenía que criar a mis hijas tenía que trabajar. Por ese detalle y con los
títulos que tenia, me fui a trabajar al country de Tortuguitas, tenía que
comer. No me quejo, porque era trabajo…
Yo conocí
muy poco las instituciones. Se había armado una junta vecinal. Pero en la cual
nosotros participamos, no duro mucho. Había una farmacia, la dueña de esa farmacia
formaba parte, mi marido, yo, otros más… no hubo mucha unión para trabajar.
La
diferencia entre el Alberti de esa época y el actual es abismal, el crecimiento
habitacional, negocios, la policía que tenemos, el correo argentino que tenemos
acá. Avanzo muchísimo lo que es a nivel comercial, habitacional. Mucha gente quiere
alquilar acá.
Yo
participe en dos censos, y me daba una idea de la cantidad de gente. Anduve por
lugares que no conocía. Uno de los censos nos toco día de lluvia, los camiones
del ejércitos nos ayudaban a cruzar las calles para ir a censar a la gente. No
me acuerdo la cantidad, pero muchísima gente.
Un
detalle que me di cuenta es que los hijos de la gente de mi edad no se van a
vivir a otro lado.
Por lo
que es la Irigoyen había una doctora, y una enfermera Clarita, que fue la
primera enfermera.
Un
evento memorable fue cuando aún vivía mi marido, nos reunimos un grupo de
vecinos del barrio Güemes, de acá de esta zona y con colaboración de todos los
negocios, se hizo la primera fiesta del día del niño en la plaza. Los negocios
donaban cajas de bizcochuelos, entonces cada persona se llevaba y hacia en su
casa un bizcochuelo. Lo trajimos a la plaza, lo pusimos en una mesa grande e
hicimos un mástil con todos los bizcochuelos. Y con un palo de escoba ¡muy
limpito por supuesto! Pusimos una bandera y esa era la torta. Comieron los
chicos, los grandes, los abuelos, se llevaron a su casa. Donaban leche en polvo
y hacíamos el gran chocolate. No me acuerdo que año fue, pero tuvo que haber
sido en el ’75 y se armo un gran escenario en la plaza, con payasos, juegos
para los chicos. Mucha gente, muchos que ya son padres, se acuerdan de ese
festejo del día del niño. No había juguetes, nada. Solo entretenimiento. Entre
nosotros hicimos algunas cosas, como la carrera de la embolsada, la carrera del
huevo y la cuchara. Cositas que iban donando una cada uno. Pero la gente quedo
re encantada porque nunca se había hecho. Eso me quedo muy grabado, porque se
hizo otra vez, otra fiesta, así grande. Pero lo lindo fue la colaboración de la
gente. Porque a la gente le gusta que cuando colaboren, se note esa colaboración.
Para los carnavales nos reuníamos la familia,
ahí frente a la escuela 2 había eucaliptos, entonces jugábamos en la calle, a
jugar el carnaval con agua y todo lo que encontrábamos a mano y después bailar,
entre los vecinos. Se vivía con mucha tranquilidad."
Excelente testimonio para las nuevas generaciones y que no se pierda la historia en los espirales de la memoria. Gracias DINA Por abrir la ventana de los recuerdos.
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