miércoles, 5 de agosto de 2015

Entrevista Dina Cardozo

-"Vivo en Alberti desde el año 1970. Esta era la única casa que había de material en toda esta manzana. La segunda casa fue la mía en Arteaga 821. Ahí fue mi primera casa y la segunda casa de toda la manzana. No había nada. Teníamos que caminar por el barro porque no había una calle asfaltada. Por suerte ya teníamos la estación.
El pueblo ha crecido desde el año ‘70 que estoy yo. Mi hija vino de un año, y este año va a cumplir 46.
Era zona rural, pagábamos los impuestos como zona rural. Ahora, es zona residencial. Aunque nos faltan muchas cosas.
Cuando yo vine la escuela nº2 era prefabricada. Frente a mi casa había un terreno baldío. Desarmaron la escuela dos y la trasladaron a la esquina, hasta que se hizo el edificio que es ahora. Mi hija tenía 3 añitos y se cruzaba por  el alambrado para ir a los recreos y jugar con los chicos. Después una maestra le dijo a mi marido, (porque no conocíamos nada de los establecimientos que había, porque vinimos de Olivos a vivir acá) por medio de esa maestra conocimos el jardín de los tranvías, que ya estaba. Así que ella ingreso ahí y emprendió sus primeros pasos de la escuela de los tranvías.
La inauguración de la escuela nº2 tiene una historia. El día que inauguraron estaba de gobernador Bidegain, era época de los montoneros. Entonces cuando inauguraron la escuela pensaron que el gobernador estaba acá, en la escuela. Cuando termino el acto, había muchos eucaliptos, y de detrás de los eucaliptos empezaron a salir personas armadas. Las criaturas no sabían para donde escapar, entonces yo lleve chicos a mi casa; los padres venían a buscar a los chicos  enloquecidos, no encontraban sus chicos. Fue muy traumático para todos. Por suerte, no paso nada malo, nada grave. No hubo golpes. Solo que fue como una invasión. Gracias a Dios todo siguió tranquilo.
El pueblo empezó a crecer, vino la policía, la sala de primeros auxilios, el Padre Tomas hizo la Iglesia. Se hizo muchas cosas en Alberti. Que ahora, yo la verdad, me siento muy orgullosa de estar en el pueblo, muy orgullosa. Mi hija se crió acá, tampoco se quiere ir a ningún parte.  Quiero muchísimo a Alberti y estoy muy contenta de estar en el pueblo que estamos y de ver como creció.
Cuando yo llegue a Alberti era costurera, una de las primeras costureras de la zona y trabaje durante muchos años de eso. También trabaje en los tranvías., luego empecé a trabajar en el Parroquial de Del Viso, que pertenecía a la diócesis Zarate- Campana. Cuando se enteran que yo era la esposa de un desaparecido, ahí nomas me dejaron sin trabajo. Era una mochila que uno cargaba injustamente, porque yo tenía que criar a mis hijas tenía que trabajar. Por ese detalle y con los títulos que tenia, me fui a trabajar al country de Tortuguitas, tenía que comer. No me quejo, porque era trabajo…
Yo conocí muy poco las instituciones. Se había armado una junta vecinal. Pero en la cual nosotros participamos, no duro mucho. Había una farmacia, la dueña de esa farmacia formaba parte, mi marido, yo, otros más… no hubo mucha unión para trabajar.
La diferencia entre el Alberti de esa época y el actual es abismal, el crecimiento habitacional, negocios, la policía que tenemos, el correo argentino que tenemos acá. Avanzo muchísimo lo que es a nivel comercial, habitacional. Mucha gente quiere alquilar acá.
Yo participe en dos censos, y me daba una idea de la cantidad de gente. Anduve por lugares que no conocía. Uno de los censos nos toco día de lluvia, los camiones del ejércitos nos ayudaban a cruzar las calles para ir a censar a la gente. No me acuerdo la cantidad, pero muchísima gente.
Un detalle que me di cuenta es que los hijos de la gente de mi edad no se van a vivir a otro lado.
Por lo que es la Irigoyen había una doctora, y una enfermera Clarita, que fue la primera enfermera.
Un evento memorable fue cuando aún vivía mi marido, nos reunimos un grupo de vecinos del barrio Güemes, de acá de esta zona y con colaboración de todos los negocios, se hizo la primera fiesta del día del niño en la plaza. Los negocios donaban cajas de bizcochuelos, entonces cada persona se llevaba y hacia en su casa un bizcochuelo. Lo trajimos a la plaza, lo pusimos en una mesa grande e hicimos un mástil con todos los bizcochuelos. Y con un palo de escoba ¡muy limpito por supuesto! Pusimos una bandera y esa era la torta. Comieron los chicos, los grandes, los abuelos, se llevaron a su casa. Donaban leche en polvo y hacíamos el gran chocolate. No me acuerdo que año fue, pero tuvo que haber sido en el ’75 y se armo un gran escenario en la plaza, con payasos, juegos para los chicos. Mucha gente, muchos que ya son padres, se acuerdan de ese festejo del día del niño. No había juguetes, nada. Solo entretenimiento. Entre nosotros hicimos algunas cosas, como la carrera de la embolsada, la carrera del huevo y la cuchara. Cositas que iban donando una cada uno. Pero la gente quedo re encantada porque nunca se había hecho. Eso me quedo muy grabado, porque se hizo otra vez, otra fiesta, así grande. Pero lo lindo fue la colaboración de la gente. Porque a la gente le gusta que cuando colaboren, se note esa colaboración.
Para los carnavales nos reuníamos la familia, ahí frente a la escuela 2 había eucaliptos, entonces jugábamos en la calle, a jugar el carnaval con agua y todo lo que encontrábamos a mano y después bailar, entre los vecinos. Se vivía con mucha tranquilidad."

1 comentario:

  1. Excelente testimonio para las nuevas generaciones y que no se pierda la historia en los espirales de la memoria. Gracias DINA Por abrir la ventana de los recuerdos.

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